PRENSA CANALLA CONTRA LAS MAÑANERAS.
Álvaro Venegas Sánchez.
Todo mundo identifica “las mañaneras” con las conferencias matutinas del presidente, para nada con las personas que acostumbran madrugar; así las define el diccionario. Voy a ponerlas en perspectiva. Probablemente los jóvenes que en el 2018 cumplieron 18 años de edad y obtuvieron su credencial del INE, dentro de 50 años, cuando tengan 68, hayan o no votado por López Obrador, quizás recordarán que el presidente de la República cuando ellos alcanzaron la mayoría de edad, las inauguró. Empezó a informar y contestar preguntas a los reporteros sobre las actividades y la política de su gobierno, durante dos horas, todos los días a partir de las las siete de la mañana de lunes a viernes. Además, sábados y domingos, en lugar de descansar agendaba visitas a los estados para supervisar trabajos y también proporcionar información que consideraba pertinente destacar.
A los mandatarios anteriores a él, tal forma de comunicación fue inconcebible. ¿Madrugar, desvelarse para reunirse con miembros del gabinete y luego pasar a sala de prensa a responder cuanta pregunta les formularan reporteros? Nunca se les ocurrió. Tampoco habrían tenido voluntad y ganas. Lo suyo era la comodidad y exhibición para cumplir solemnemente nada más la obligación cada 1 de septiembre, dirigir algún mensaje desde el despacho presidencial si alguna situación especial requería y fuera absolutamente necesario o, a lo sumo, conceder entrevistas sobre temas preestablecidos. Para el caso la logística contemplaba cuidar celosamente la figura del Señor Presidente evitándole sorpresas con preguntas incómodas. Bajo esa tesitura periodistas y medios eran seleccionados; privilegio que, por supuesto no era para cualquier reportero o reportera de periódico, radio o canal de televisión.
Dado que “las mañaneras”, no son por obligación constitucional sino sólo expresión de gran disposición de ánimo de AMLO, después del 2024, quien lo suceda, determinará si continúa haciendo lo mismo. Empero, sin duda, serán un referente que la sociedad va a extrañar y difícilmente aceptaría volver al secretismo y la formalidad practicada varios sexenios por gobiernos del pasado; conformándose con los acartonados informes anuales en la fecha conocida y las comparecencias de los Secretarios en las cámaras del Congreso para ampliar explicaciones a los representantes populares. En poco tiempo las conferencias hicieron sentirse y ganaron el aprecio de la opinión pública. En contraparte, los medios de comunicación convencionales junto con sus comunicadores estrella, cuya política e ideología apuntalaba al poder permeando a la sociedad para favorecer hábitos y comportamientos, fueron perdiendo credibilidad y han perdido audiencia; sobre todo poder de persuasión. A ello, se deben los ataques y descalificación que reciben “las mañaneras” y el intento de suspenderlas temporalmente; pretextan intromisión en la contienda electoral.
¿Y a qué prensa consideran canalla, esto es despreciable, ruin? Ofrezco al lector referencias del libro LA PRENSA CANALLA. El autor René Bartillac, aporta elementos que justifican el apodo. Al analizar la concentración de la riqueza global en pocas manos y las formas que usa para reproducirse, pone en tela de juicio valores como el derecho a la información veraz. Los medios de comunicación, sostiene, por sus intereses pueden eliminar, corregir (sesgar) o recortar la información que le acercan al ciudadano. Así, pregunta, ¿existe “libertad de información”? En ese tenor apunta el rol que juegan, considerando los monstruosos intereses con conglomerados empresariales, los diarios españoles El País y El Mundo y Televisa en Latinoamérica. Televisa, sabemos los mexicanos, es preponderante, pero no la única empresa en telecomunicación.
Atención en lo siguiente: “Los sacerdotes desde sus púlpitos (aunque algunos ya han caído en el descrédito) y los periodistas desde sus columnas reproducen fielmente la doctrina del poder. Éstos ofrecen a la sociedad la visión del mundo que encaja con los intereses de los dueños de las empresas para la cual trabajan. En los profesionales de la información, no existe compromiso con el deber de informar. Los textos que elaboran los periodistas no tienen de prioridad sólo informar, también buscan atraer al público a que se dirigen”. En este sentido, afirma René Bartillac, los golpes de estado que alientan y luego justifican, junto con las campañas de desprestigio para causar confusión, dudas, confrontación y para deslegitimar autoridades, es nuestro pan cotidiano gracias a la acción de la “prensa canalla”.
De acuerdo con la realidad que percibimos, que cada quien saque conclusiones. El panorama que nos dan en las mañaneras, reforzado por comunicadores independientes (la mayoría jóvenes) a través de las redes sociales, con frecuencia es puesto en duda y deformado por comunicadores “especialistas en todo” sea en noticiarios de radio y televisión o en programas para escuchar o debatir con invitados. Igual ocurre con articulistas de diarios y revistas. Los adversarios y malquerientes del presidente son muy activos y poderosos. Sin embargo, con todo y a pesar del bombardeo mediático malsano, confiemos en la sabiduría popular. El pueblo no es tonto ni debe permitir retrocesos.
Iguala, Gro., enero 18 del 2021.