2021-01-28

NUESTRO JAGUAR VIEJITO | TECUANI HUEHUENTSI

DON JUAN EVANGELISTA SALGADO GONZÁLES “TECUANI HUEHUENTSI” (Jaguar viejito)

Nació el 06 de Mayo de 1929, en la comunidad nahua de Cuatololo, Municipio de Copanatoyac, en poco tiempo perdió a su padre y cuando tenía aproximadamente cinco años de vida muere su mamá quedando desamparado, a esa edad emigró a la cabecera municipal donde vivió de casa en casa con diferentes familias que lo requerían para cuidar chivos principalmente, entre otras ocupaciones, nunca fue a la escuela, así trabajando pasó su infancia y adolescencia.

Desde niño sintió afecto y respeto por la danza de los tecuanis, sabía que era una danza ritual que la gente de los pueblos solicitaba para su presentación en los atrios de las capillas o iglesias, no sólo en las fiestas patronales, también cuando los animales domésticos como gallinas, marranos, guajolotes y chivos desaparecían con frecuencia les ayudaba a ahuyentar a los nahuales y jaguares que se suponía eran quienes se los robaban. La danza se llevaba a cabo regularmente por la noche, como no había servicio de energía eléctrica en las comunidades se colocaban estacas con hachones de ocote encendidos para iluminar el lugar donde se exhibía.



En su juventud conoció a Guadalupe Navarrete Ayala originaria de Copanatoyac con quien se casó y tuvieron cuatro hijos (Pedro, Leoncio, Martín y Alejandro); su suegro el señor Martin Navarrete, fue por mucho tiempo el organizador y maestro de las danzas tradicionales del pueblo, como Los doce pares de Francia, Los apaches, Los diablos y Los tecuanis, así mismo su esposa Guadalupe heredó de su padre el gusto, a temprana edad ya era instructora de la danza de Las moritas y otras más, así fue como ocurrió su relación directa con la danza de los tecuanis y a la edad de veinticinco años por invitación de su suegro se incorpora a la danza de los tecuanis de Copanatoyac e inicia su protagonización del tigre o tecuani sustituyendo a la persona que lo interpretaba anteriormente ya que por su edad avanzada y problemas de salud no podía continuar; al mismo tiempo acudió a un curso de elaboración de máscaras tradicionales en la ciudad de Tlapa de Comonfort, Guerrero, impartido por un maestro originario de Atlamalcingo del Monte, Guerrero, donde aprendió a elaborar máscaras de madera y papel maché de manera rudimentaria, utilizando herramientas comunes como el martillo, pinzas, cuchillos y otras herramientas rústicas elaboradas por él mismo, desde entonces confeccionó su máscara de tecuani con una madera típica conocida en la región como árbol de pitos, pipis, colorín y en lengua nahua zomplante (Erythrina americana Miller).


Con la ayuda de los miembros de la danza también fabricó las máscaras del resto de los personajes; la pintura y decoración de sus máscaras fue de manera artesanal utilizando materiales naturales, reunía a los integrantes de la danza para poner a remojar dos o tres días la madera de zompantle o bien la hervían a fuego lento y con la tintura de color amarillo adquirida en este proceso pintaban las máscaras, para colorear con negro molían carbón y lo aplicaban con los dedos, el color blanco lo obtenían moliendo piedras de toctetl (dolomita), mineral blanco de estructura compacta, las lenguas y orejas de las diferentes máscaras las creaban con cuero de vaca o chivo, los bigotes y cejas eran de pelo de jabalí que compraban en Temalacatzingo, municipio de Olinalá, Guerrero. El traje de tecuani se elaboraba de manta cosida a mano y teñido con tintura hecha de la madera zompantle con las manchas negras de carbón.

Don Juan, desde que inició en la danza, la consideró un elemento importante de su vida cotidiana dedicándole tiempo considerable, dividiendo sus actividades entre las labores del campo, la elaboración de máscaras hechas de madera de zompantle que recogía en la ribera del río y la práctica de la danza personificando al Tecuani. De igual forma inculcó a sus hijos y nietos el gusto por la danza y la elaboración de máscaras tradicionales, transcurrió el tiempo hasta que su esposa con treinta y seis años de edad sufre una grave caída accidental y es trasladada a la cuidad de Acapulco para su atención donde muere y es sepultada, tras este hecho regresa devastado a Copanatoyac, aún en esta situación de duelo continuó con sus actividades de manera ininterrumpida compartiendo sus conocimientos con las personas que se interesaban.



En el transcurso de su participación en la danza tuvo exitosas representaciones en otros lugares del estado como por ejemplo Tlapa y Chilpancingo, poniendo en alto el nombre de Copanatoyac, incluso cuando su edad ya no le permitió continuar como miembro activo siguió con la costumbre de danzar con su atuendo de tecuani en las fiestas tradicionales del pueblo de manera personal, cumpliendo sesenta y un años de personificar al Tecuani, convirtiéndose en un ícono de Copanatoyac, la gente lo llamaban con cariño “HUEHUEI TECUANI” (El jaguar mayor) o “TECUANI HUEHUENTSI” (Jaguar viejito), cada doce de diciembre se vestía de indio, con su cotón de manta y su tlacopete en la espalda que él mismo fabricaba, se colocaba una máscara y salía para danzar en la festividad de la virgen de Guadalupe.

Aproximadamente a sus setenta y cinco años de edad ingresó al programa de beneficio para los adultos mayores auspiciado por el gobierno del estado denominado Pensión Guerrero, que consistía en un apoyo económico bimensual, a partir de su primer percepción, se dispuso a realizar trabajo comunitario de manera personal, por las mañanas salía a revestir los baches de las calles, caminos y veredas de Copanatoyac, recogía los cacharros y cortaba la maleza, expresaba que era una vergüenza cobrar su pensión sin hacer algo en beneficio de la comunidad, en ocasiones tuvo dificultades con vecinos renuentes que no le permitían realizar mejoras de las calles o que se burlaban de su tarea, entonces iba por su nieto Cutberto para que lo cuidara mientras efectuaba sus labores comunitarios.

Otra actividad inseparable de la vida de Don Juan fue cultivar maíz año con año durante la temporada de labranza en un terreno ubicado al norte del poblado, a una distancia de aproximadamente cinco kilómetros de su domicilio, trayecto que caminaba de ida y vuelta ya que evitaba en lo posible viajar en vehículos de motor, cuando alguien le cuestionaba por qué a su edad trabajaba tanto, expresaba que el día que no hiciera nada moriría.

Hasta un día antes de morir, a sus ochenta y seis años de edad, despertaba a las ocho de la mañana, almorzaba a las nueve y se ponía a trabajar, sus manos realizaban lentamente máscaras tradicionales hechas con troncos de madera que recogía del río como cuando tenía veinticinco años, algunas las vendía los domingos en el tianguis del pueblo y en una que otra feria de localidades vecinas a precios de veinte, treinta, cincuenta hasta doscientos pesos dependiendo del tamaño.

“El güero salgado”, como también era conocido por el color de su tez, vivió sereno sus últimos veintidós años de vida en compañía de su nieto Florencio Silvino Salgado Ramírez y su familia, falleció el día ocho de febrero del año dos mil dieciséis a consecuencia de un infarto ocurrido cuando dormía, durante el sepelio su féretro fue cubierto con el traje y máscara de Tecuani que lo acompañó a su tumba.

Quince días antes de su deceso en una entrevista comentó el deseo de heredar su máscara y traje a su hijo Alejandro o a uno de sus nietos con la finalidad que continuara la tradición, con su mirada pícara pero a la vez con voz melancólica dijo seguir danzando mientras tuviera vida, sonrió y concluyó “Haber cuando se termina”.

Su hijo Alejandro, nietos y otros ciudadanos retomaron de manera regular las enseñanzas artesanales de don Juan al grado que actualmente la elaboración de máscaras tradicionales es un patrimonio cultural intangible de Copanatoyac.
Un trabajo de Alejandro Morales Ibarra
Publicado en el libro "Copanatoyac: Arqueología, Historia y Cultura"

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