2021-03-12

MAESTRA DELFINA, SECRETARIA DE EDUCACIÓN, EXPECTATIVAS


Álvaro Venegas Sánchez.

Al comenzar cada sexenio o cuando por alguna razón el titular abandona la SEP, tal como ha ocurrido ahora con Esteban Moctezuma Barragán, el magisterio e interesados en la educación se hacen la misma interrogante: ¿quién llegará? Y conocidos nombre y perfil profesional del personaje, al menos los docentes asumen con normalidad que, en lo esencial, será más de lo mismo.

Durante décadas prevaleció tal sensación. Igual fue con la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, a pesar del publicitado nuevo modelo educativo. Además, vale recordar, esa reforma sirvió para cancelar conquistas históricas del SNTE y condicionar a evaluaciones la estabilidad laboral.

Seis años de agitación y resistencia de la CNTE y, en contraparte, plena colaboración de la dirigencia del SNTE encabezada primero por Juan Díaz de la Torre y luego por Alfonso Cepeda Salas, toparon con la decisión de Andrés Manuel López Obrador de abrogarla una vez tomara posesión de la presidencia de la República. Con ayuda de la mayoría del Congreso cumplió puntualmente. Además, sorprendió al designar de Secretario de Educación no a un político improvisado sino a quien creyó tenía experiencia y podía ayudarle porque conocía patios, oficinas, archivos y el quehacer histórico de la Secretaría. El paso de Esteban Moctezuma por Gobernación, SEDESOL y la Oficialía Mayor de la propia SEP eran garantía de superar los entuertos.   

Dos años al frente de la SEP acreditaron su desempeño y, el presidente ha reiterado su confianza enviándolo de embajador a Washington, la representación diplomática más importante del país. El inicio (diciembre 2018) implicó retos merced a reformas necesarias en la legislación para sustentar los cambios en el terreno educativo junto con la herencia de conflictos y demandas, consecuencia de la normativa anterior. El segundo año (2020) la inesperada pandemia del Covid-19, puso a prueba la capacidad de improvisación al implementar la modalidad Aprende en Casa 1, para no suspender ni paralizar totalmente el proceso de enseñanza en la educación básica. No era ni es la mejor alternativa, pero ante circunstancias de emergencia sanitaria no había otra recomendable. Excepto decretar la suspensión de clases hasta nuevo aviso. Medida que, por cierto, adoptaron gobiernos de algunas naciones. 

López Obrador, para la vacante del ahora embajador, seguramente desechó a expertos de renombre. Por supuesto sí hay intelectuales, investigadores educativos y académicos que brillan; simpatizantes y declarados morenistas. Prefirió simplemente una maestra. Alguien que, se habría enterado, sabe lo que significa tener la responsabilidad de atender un grupo de alumnos en el aula; que conoce la verdad de los diagnósticos oficiales de la educación no por haberlos elaborado sino porque ha vivido las incidencias. Tal vez llegó con la debilidad de desconocer la dimensión del aparato administrativo de la SEP. En cambio, sabe las mortificaciones del docente, los desafíos para adaptarse, transmitir, comunicar, convivir en el salón, la escuela, con los padres y madres de familia y el entorno social. Y esto precisamente esperaron siempre las y los maestros para sentirse comprendido en la tarea de ser primer soporte de la política educativa que no diseña el magisterio.

Aquellos que nada más esperan ver qué hace AMLO para soltar críticas destructivas, reprocharon valorara el perfil político y no lo técnico; que el nombramiento sea para proyectar a la maestra como candidata a la gubernatura del Estado de México, porque esa entidad es determinante para que cualquier partido o coalición de partidos conserve o pierda la elección presidencial en 2024. Claro, hay quienes se consumen pensando en elecciones. Porque les fue mal, o bien y quieren algo mejor. Es comprensible y legítimo. Cada quien sus intereses; de allí que no duerman tranquilos imaginando quién o qué podría estropear cálculos electorales.

Para retomar el punto, cito un parrafito muy apropiado del artículo EL FIN DE LAS IDEOLOGÍAS y el inicio del pragmatismo cínico, de Elisur Arteaga Nava columnista de Proceso, publicado en el No. 2306: “Los panistas no tienen cara para protestar por el nombramiento de la profesora Delfina, ni los priistas autoridad para censurarlo. Ambos tomaron la Secretaría de Educación Pública como parte del botín político, como un puesto burocrático más. Josefina Vázquez Mota no era ni es una intelectual. Aurelio Nuño apenas sabía “ler” y escribir”. Bueno, agrego, Josefina Vázquez Mota (actual Senadora) no es intelectual; pero escribió un libro: DIOS MIO, HAZME VIUDA POR FAVOR.

Obviamente aun cuando la educación quedó anquilosada en el esquema del siglo XX porque no fue prioridad de sexenios consecutivos, con la maestra hay expectativas de que, en lo que resta de este periodo y siempre y cuando las clases presenciales reanuden en forma generalizada por lo menos en septiembre, pueda haber mayor acercamiento entre comunidades educativas y autoridad. Que será sensible y sabrá convocar con emoción a cumplir el compromiso educativo, sin la frialdad y el aire de la autoridad encerrada en la adustez; no sólo atenta y al alcance de las dirigencias sindicales marcándole agenda para negociaciones de orden laboral. Las consecuencias de la pandemia, son diversas y difíciles de abarcar para su atención en tiempo breve. Va requerir gran disposición y voluntad del magisterio, padres de familia y autoridades de todos los niveles. Bastante habrá que hacer para superar el rezago que de por sí ya existía y que ha profundizado la desigualdad entre los niños y jóvenes. Y para eso, qué bueno que al frente se encuentre la maestra Delfina Gómez Álvarez.

Iguala, Gro., marzo 8 del 2021.